Padre Hugo Tagle

Cuarentena total

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 18 de mayo de 2020 a las 04:00 hrs.
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Sufrimos la misma tormenta, pero no estamos en el mismo barco. Esta idea se ha repetido en varias reflexiones en torno a la pandemia. En efecto, el virus ha sacado a la luz infinidad de problemas sociales, fallas y diferencias.

Nos hemos percatado del hacinamiento, pobreza encubierta, en barrios y zonas periféricas de las grandes ciudades. Han estado siempre ahí, pero no los vimos o no quisimos verlos. Es fácil hablar de “quedarse en casa” cuando las comodidades lo permiten. Pero muy difícil cuando se debe convivir por días, semanas o ahora meses, bajo un mismo techo, a veces una buena decena de personas, compartiendo habitación, baño y cocina, lidiando con tareas hogareñas, clases virtuales y teletrabajo, los que pueden.

Muchos deben ir igualmente a su trabajo, para que otros puedan cumplir con el confinamiento. Pienso, y les agradezco, desde los basureros hasta los dependientes de almacenes y trabajadores de empresas de agua, luz y gas. Y ni hablar de quienes trabajan en el área de la salud, diariamente expuestos al contagio. ¡Infinitas gracias!

“Luego de la batalla, somos todos generales”. Resulta triste leer arengas encendidas de aquellos que, con manifiesta mala fe y buscando sacar réditos mezquinos de esta tragedia, “sabían” o “habían advertido” de lo que se debía hacer o no hacer.

¡Qué difícil combinar cuidado de la salud con la necesidad de la gente de volver a su lugar de trabajo! Es fácil pontificar desde la tranquilidad que regala saber que se tiene asegurado el sueldo a fin de mes. Para muchos, muchísimos, hay una seria disyuntiva entre hambre o coronavirus.

De ahí que debemos apoyar y alentar las medidas de ayuda a los más postergados y de situación laboral o económica débil. Vienen tiempos muy difíciles para muchos. Y se deben abordar con una mirada de largo aliento, ya que los cortoplacismos son pan para hoy, pero hambre para mañana.

Viviremos un buen tiempo en “estado de alerta”; en tensión y saltos permanentes entre cuarentenas y relativa normalidad. A hacerse el ánimo que esto tiene para rato.

Es hora de sumar voluntades, remar para el mismo lado y atender a las indicaciones de la autoridad sanitaria. Si no asumimos una cultura cívica de respeto a lo dispuesto, de poco sirve llenarse de ventiladores. “La serenidad no es estar a salvo de la tormenta, sino encontrar la paz en medio de ella”, dice Tomás de Kempis.

El Papa Francisco invitó a hacer de éste un tiempo especial de oración. En el botiquín de remedios resulta bueno incluirla. Es un antídoto seguro contra cualquier virus.

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